El momento de tomarse un taxi ebrio en grupo, yendo hacia alguna fiesta o boliche, es siempre un momento adecuado para entablar charlas amenas y simpáticas con los conductores. Sobretodo cuando son tucumanos y prácticamente humoristas.
Apenas nos subimos, uno de los pasajeros dice algo así como que las tucumanas tenían buen culo, a lo que el taximetrista contesta, "ese culo no lo hicieron trabajando eh".
Pasa después a contarnos que su esposa es de mar del plata, y que entonces ella va y viene todas las semanas. Hacía dos ya que no la veía, "no saben como estoy -dice-, cuando llegue le hago trillizos".
Con naturalidad la charla se encaminó al tema (él la encaminó) de lo boludas que eran las mujeres. Él aseguro que en Tucumán eran todas boludas, pero que en realidad en todos lados eran todas boludas. A lo que uno agrego, "¿y la tuya, también es una boluda?". "Y claro -contestó otro bien rápido-, ¡pero la boluda de uno no es cualquier boluda!"
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