Hoy a la tarde (sábado) fui a la guardia de oto-rino-laringología. Es una guardia permanente, osea que abre las 24 horas los 365 días del año. Nunca termino de entenderlo eso, acaso alguien va a las 3 de la mañana a hacerse ver porque le duele un oído o tiene mocos o le cuesta tragar. (Si me estoy olvidando de alguna cosa seria que traten los otorrinos haganmelo saber.)
La cuestión es que llegué a eso de las 5 de la tarde y había un familia con una nena chiquita. Me senté e intenté leer. No pude. La madre le dice a la nena: "¿pero quién sos para salir a la calle en pijama, la hija del cantante de Bersuit?". Me rio para adentro.
Después llega una chica con el novio. La recepcionista le pregunta sus datos, y la pobre chica casi que no puede hablar. Le sale una vocecita afónica que da pena. El novio hace su deber y contesta las preguntas. La recepcionista sin embargo le sigue haciendo las preguntas a la chica, como si fuera a propósito. Me río para adentro.
Seguido llega otra pareja, pero de gente grande. Misma situación: la recepcionista pregunta, y la mujer contesta afónica. Pero esta vez, el marido que visiblemente está de mal humor porque lo trajeron a una sala de espera en la mitad de un sábado, no toma la posta y se queda callado. Que hable ella. Me sigo riendo de las afónicas.
La mujer, cuando se sientan, le quiere dar charla al marido. "¿Contra quien juega Racing mañana?", "con Independiente". Él ni la mira. "¿En dónde?", "en la cancha de Racing". Ni bola.
Definitivamente el plan de sábado a la tarde en la sala de espera no le gustó nada al hombre.
En fin, a veces las salas de espera no son tan aburridas.
La cuestión es que llegué a eso de las 5 de la tarde y había un familia con una nena chiquita. Me senté e intenté leer. No pude. La madre le dice a la nena: "¿pero quién sos para salir a la calle en pijama, la hija del cantante de Bersuit?". Me rio para adentro.
Después llega una chica con el novio. La recepcionista le pregunta sus datos, y la pobre chica casi que no puede hablar. Le sale una vocecita afónica que da pena. El novio hace su deber y contesta las preguntas. La recepcionista sin embargo le sigue haciendo las preguntas a la chica, como si fuera a propósito. Me río para adentro.
Seguido llega otra pareja, pero de gente grande. Misma situación: la recepcionista pregunta, y la mujer contesta afónica. Pero esta vez, el marido que visiblemente está de mal humor porque lo trajeron a una sala de espera en la mitad de un sábado, no toma la posta y se queda callado. Que hable ella. Me sigo riendo de las afónicas.
La mujer, cuando se sientan, le quiere dar charla al marido. "¿Contra quien juega Racing mañana?", "con Independiente". Él ni la mira. "¿En dónde?", "en la cancha de Racing". Ni bola.
Definitivamente el plan de sábado a la tarde en la sala de espera no le gustó nada al hombre.
En fin, a veces las salas de espera no son tan aburridas.
|